Este es el principal síntoma de la cardiopatía isquémica, una enfermedad que afecta a las coronarias (arterias que llevan la sangre al propio músculo cardiaco). Se caracteriza por la obstrucción progresiva de estas arterias, por lo que en determinadas circunstancias (normalmente durante el ejercicio) el músculo cardiaco se queda sin recibir toda la sangre que necesita y protesta mediante dolor, lo que los médicos llamamos angina de pecho ("amago de infarto" en el lenguaje popular), si la obstrucción es total (normalmente por la aparición de un trombo dentro de la placa de arterioesclerosis coronaria) se produce el temido infarto de miocardio, en el que ya no solo se produce una protesta del corazón, sino que una zona determinada de éste, se muere por falta de oxígeno. Ambos son distintos estadíos de la misma enfermedad. En definitiva es un problema de cañerías, que están parcialmente obstruidas (el lavabo desagua mal, pero desagua) o totalmente atascadas (el problema es mucho más serio, y en el caso del corazón, el daño hecho, ya no tiene remedio).
El dolor en el pecho, como decíamos al principio, es el síntoma principal de esta enfermedad, y el que nos puede poner sobre aviso, de que algo serio está ocurriendo en nuestras coronarias (cuando todavía hay remedio). Pero, por supuesto, no todo dolor en el pecho equivale a angina o infarto, es más, la mayoría de los dolores en esta localización se deben a algún otro problema, todo depende del tipo de dolor, y del contexto de cada paciente. No es lo mismo un dolor punzante, que aumenta con la respiración, que dura mucho tiempo (nada típico de angina) en una persona de 20 años, que un dolor "como un peso" en el centro del pecho, en relación con el ejercicio, que cede en 5-10 min tras algo de reposo, en un paciente de 50 años fumador, que además es hipertenso y tiene el colesterol alto (angina de pecho más o menos de libro). Es este 2º el dolor que nos tiene que alertar sobre un posible problema cardiaco. En cualquier caso, un dolor en el pecho de cierta intensidad y que aparece en pocos minutos, nos debe hacer consultar con un médico (normalmente de forma urgente).
Un vez diagnosticada la enfermedad a través de distintas pruebas (ecografía cardiaca, prueba de esfuerzo, medicina nuclear o incluso llegado el caso, de un cateterismo, pero también, porqué no, sobre todo en personas de cierta edad en que las pruebas son un trastorno serio, sin necesidad de hacer estudios añadidos, solo con los síntomas) llega el momento de iniciar un tratamiento. Según las características de cada caso, se puede hablar fundamentalmente de tres tipos de terapias:
1-Medicamentos: para aquellos pacientes cuya enfermedad no parece grave, o en los que por su edad o gran severidad del problema (a veces las cañerías están tan mal, que no se pueden reparar)
2-Revascularización percutánea (cateterismo): se introduce un cateter (equivaldría a la varilla del desatascador) a traves de una arteria del brazo o la ingle que llega hasta el corazón y nos permite reducir la estrechez de la arteria y dejar puesto un dispositivo al que llamamos stent (los pacientes lo llaman "moelle").
3-Cirugía: Cuando la arteria obstruida es demasiado importante para "arriesgarse" a hacerlo con un cateter (cada vez los hemodinamístas son capaces de resolver problemas más complejos) o que por el número de arterias enfermas, o cualquier otro motivo, un equipo de cirujanos cardiovasculares y cardiólogos, deciden que es la mejor solución.
En definitiva, mi consejo es, que si le duele el corazón, quizás sea de amor o desamor, pero siempre es una buena idea comentárselo a su médico.
viernes, 18 de julio de 2008
miércoles, 9 de julio de 2008
¡Somos lo que comemos!
Con bastante frecuencia, encuentro personas que son derivadas a mi consulta por problemas de obesidad o sobrepeso, que hacen afirmaciones tales como "yo no como para estar así de gordo", "como como un pajarito" o la reina de todas las frases "a mi me engorda todo, hasta el agua".
Pues no, está demostrado, el agua no engorda (el aire tampoco). A la gente le cuesta mucho reconocer que comen por encima de sus necesidades.
La obesidad es uno de los principales problemas de salud de los paises desarrollados. Los seres humanos (al igual que la mayoría del reino animal) estamos diseñados para vivir en condiciones extremas, por eso, cuando estamos en una época de abundancia de alimentos, nuestro organismo almacena grasas para cuando llegue la época de las vacas flacas. ¿Pero qué pasa si la época de las vacas flacas no llega?, pues está claro, que engordamos, y engordamos, y engordamos. Y e aquí con que nos encontramos con un problema con el que la naturaleza no contaba, el exceso permanente de reservas, así que el organismo hace lo que puede, las almacena en nuestro panículo adiposo, en nuestras visceras, en nuestras arterias, etc, etc.
El mantenimiento del peso es una sencilla fórmula entre la cantidad de energía que uno ingresa en el organismo a través de los alimentos, y la que gasta (metabolismo basal+actividad física). Si como más y gasto lo mismo, engordo. Si como igual y gasto más adelgazo (o dejo de seguir engordando). Actuando sobre cualquiera de los 2 elementos de la fórmula podemos influir sobre nuestro peso. Es muy cierto que dos personas de similares características físicas, pueden tener un metabolismo basal muy distinto, y por tanto, que alimentos similares (en calidad y cantidad) produzcan un efecto totalmente distinto en cuanto al peso se refiere. Es por eso que cada uno tiene que encontrar su equilibrio. El instinto (de seres salvajes) siempre nos impulsará a comer más para almacenar, pero es un impulso controlable y reeducable.
Para conocer el estado de nuestro peso, los médicos usamos el Índice de Masa Corporal (IMC en español y BMI en inglés). Se calcula dividiendo el peso en Kg entre el cuadrado de la altura en metros. Así una persona que mida 1.75 m y peso 80 kg tendrá un IMC de 26.1. Según el IMC clasificamos a las personas en:
-Peso por debajo de lo normal: IMC<18>50
La obesidad grado III y IV es la que se relaciona con mayor índice de complicaciones.
Para controlar nuestro peso podemos hacer dos cosas:
-Comer menos: La dieta deber ser sana y variada, es decir, comer de todo (de todo de lo que si debemos comer y prácticamente de nada de lo que no deberiamos). La dieta más sana es la que todos conocemos como mediterránea, que consiste en tomar muchas verduras, legumbres y fruta fresca, esto lo debemos acompañar de un poco de pescado (preferentemente azul) y carne (pollo o ternera magra). Varias matizaciones: sí, efectivamente, el cerdo no es nada recomendable (no hay que ser extremista normalmente en nada en esta vida); la fruta o las verduras, en cantidades abundantes, también engordan (nada de comerse un kilo de plátanos de una sentada); lista de alimentos "casi" proscritos (refrescos azucarados, precocinados, fritos, snacks, golosinas, etc. Los alimentos se deben cocinar al horno, a la plancha o hervidos. Teniendo en cuenta estos consejos, yo les suelo decir a los pacientes que quieren y deben perder peso, que coman la mitad de lo que hacen normalmente, o bien que se saquen la comida en un plato de postre. No es recomendable saltarse comidas (es más, el mismo nº de calorías tomadas de una sola tacada engordará más que repartidas en 5-6 tomas a lo largo del día) y hay que beber mucha agua (al menos 2 litros al día)
-Aumentar nuestra actividad física (el metabolismo basal es mejor no tocarlo, aunque hay muchas fórmulas secretas para adelgazar que se venden por ahí que no se han debido enterar). El ejercicio debe ser adecuado a nuestra edad y estado físico del que partimos. En principio, se recomienda cualquier ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar, etc) que nos permita mantener una conversación al mismo tiempo que lo realizamos (así matamos varios pajaros de un tiro: quemamos calorías, cultivamos la amistad, nos divertimos, desarrollamos nuestro cerebro, etc). Las personas que no están acostumbradas a hacer ejercicio deben comenzar muy suavemente e ir aumentando éste lentamente (es mejor aumentar el tiempo de ejercicio que la intensidad del mismo), en caso de notar algún síntoma durante el mismo, deben consultarlo con su médico.
Os animo a todos a que calculeis vuestro IMC y si está por encima de 25 os pongais manos a la obra.
Un último consejo, todas estas cosas hay que hacerlas con moderación. Los padres debemos estar muy pendientes de nuestros hijos (sobre todo los adolescentes) para tratar de identificar conductas anómalas en relación con la comida que podrían indicar un trastorno de índole psiquiátrico muy importante (Anorexia Nerviosa o Bulimia). Pero no solo los adolescentes están expuestos a estos problemas, los niños y los adultos tambien. En el momento en que adelgazar nos empieza a obsesionar, ha llegado sin duda la hora de consultar con nuestro médico de familia.
Hasta pronto.
Pues no, está demostrado, el agua no engorda (el aire tampoco). A la gente le cuesta mucho reconocer que comen por encima de sus necesidades.
La obesidad es uno de los principales problemas de salud de los paises desarrollados. Los seres humanos (al igual que la mayoría del reino animal) estamos diseñados para vivir en condiciones extremas, por eso, cuando estamos en una época de abundancia de alimentos, nuestro organismo almacena grasas para cuando llegue la época de las vacas flacas. ¿Pero qué pasa si la época de las vacas flacas no llega?, pues está claro, que engordamos, y engordamos, y engordamos. Y e aquí con que nos encontramos con un problema con el que la naturaleza no contaba, el exceso permanente de reservas, así que el organismo hace lo que puede, las almacena en nuestro panículo adiposo, en nuestras visceras, en nuestras arterias, etc, etc.
El mantenimiento del peso es una sencilla fórmula entre la cantidad de energía que uno ingresa en el organismo a través de los alimentos, y la que gasta (metabolismo basal+actividad física). Si como más y gasto lo mismo, engordo. Si como igual y gasto más adelgazo (o dejo de seguir engordando). Actuando sobre cualquiera de los 2 elementos de la fórmula podemos influir sobre nuestro peso. Es muy cierto que dos personas de similares características físicas, pueden tener un metabolismo basal muy distinto, y por tanto, que alimentos similares (en calidad y cantidad) produzcan un efecto totalmente distinto en cuanto al peso se refiere. Es por eso que cada uno tiene que encontrar su equilibrio. El instinto (de seres salvajes) siempre nos impulsará a comer más para almacenar, pero es un impulso controlable y reeducable.
Para conocer el estado de nuestro peso, los médicos usamos el Índice de Masa Corporal (IMC en español y BMI en inglés). Se calcula dividiendo el peso en Kg entre el cuadrado de la altura en metros. Así una persona que mida 1.75 m y peso 80 kg tendrá un IMC de 26.1. Según el IMC clasificamos a las personas en:
-Peso por debajo de lo normal: IMC<18>50
La obesidad grado III y IV es la que se relaciona con mayor índice de complicaciones.
Para controlar nuestro peso podemos hacer dos cosas:
-Comer menos: La dieta deber ser sana y variada, es decir, comer de todo (de todo de lo que si debemos comer y prácticamente de nada de lo que no deberiamos). La dieta más sana es la que todos conocemos como mediterránea, que consiste en tomar muchas verduras, legumbres y fruta fresca, esto lo debemos acompañar de un poco de pescado (preferentemente azul) y carne (pollo o ternera magra). Varias matizaciones: sí, efectivamente, el cerdo no es nada recomendable (no hay que ser extremista normalmente en nada en esta vida); la fruta o las verduras, en cantidades abundantes, también engordan (nada de comerse un kilo de plátanos de una sentada); lista de alimentos "casi" proscritos (refrescos azucarados, precocinados, fritos, snacks, golosinas, etc. Los alimentos se deben cocinar al horno, a la plancha o hervidos. Teniendo en cuenta estos consejos, yo les suelo decir a los pacientes que quieren y deben perder peso, que coman la mitad de lo que hacen normalmente, o bien que se saquen la comida en un plato de postre. No es recomendable saltarse comidas (es más, el mismo nº de calorías tomadas de una sola tacada engordará más que repartidas en 5-6 tomas a lo largo del día) y hay que beber mucha agua (al menos 2 litros al día)
-Aumentar nuestra actividad física (el metabolismo basal es mejor no tocarlo, aunque hay muchas fórmulas secretas para adelgazar que se venden por ahí que no se han debido enterar). El ejercicio debe ser adecuado a nuestra edad y estado físico del que partimos. En principio, se recomienda cualquier ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar, etc) que nos permita mantener una conversación al mismo tiempo que lo realizamos (así matamos varios pajaros de un tiro: quemamos calorías, cultivamos la amistad, nos divertimos, desarrollamos nuestro cerebro, etc). Las personas que no están acostumbradas a hacer ejercicio deben comenzar muy suavemente e ir aumentando éste lentamente (es mejor aumentar el tiempo de ejercicio que la intensidad del mismo), en caso de notar algún síntoma durante el mismo, deben consultarlo con su médico.
Os animo a todos a que calculeis vuestro IMC y si está por encima de 25 os pongais manos a la obra.
Un último consejo, todas estas cosas hay que hacerlas con moderación. Los padres debemos estar muy pendientes de nuestros hijos (sobre todo los adolescentes) para tratar de identificar conductas anómalas en relación con la comida que podrían indicar un trastorno de índole psiquiátrico muy importante (Anorexia Nerviosa o Bulimia). Pero no solo los adolescentes están expuestos a estos problemas, los niños y los adultos tambien. En el momento en que adelgazar nos empieza a obsesionar, ha llegado sin duda la hora de consultar con nuestro médico de familia.
Hasta pronto.
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