Con bastante frecuencia, encuentro personas que son derivadas a mi consulta por problemas de obesidad o sobrepeso, que hacen afirmaciones tales como "yo no como para estar así de gordo", "como como un pajarito" o la reina de todas las frases "a mi me engorda todo, hasta el agua".
Pues no, está demostrado, el agua no engorda (el aire tampoco). A la gente le cuesta mucho reconocer que comen por encima de sus necesidades.
La obesidad es uno de los principales problemas de salud de los paises desarrollados. Los seres humanos (al igual que la mayoría del reino animal) estamos diseñados para vivir en condiciones extremas, por eso, cuando estamos en una época de abundancia de alimentos, nuestro organismo almacena grasas para cuando llegue la época de las vacas flacas. ¿Pero qué pasa si la época de las vacas flacas no llega?, pues está claro, que engordamos, y engordamos, y engordamos. Y e aquí con que nos encontramos con un problema con el que la naturaleza no contaba, el exceso permanente de reservas, así que el organismo hace lo que puede, las almacena en nuestro panículo adiposo, en nuestras visceras, en nuestras arterias, etc, etc.
El mantenimiento del peso es una sencilla fórmula entre la cantidad de energía que uno ingresa en el organismo a través de los alimentos, y la que gasta (metabolismo basal+actividad física). Si como más y gasto lo mismo, engordo. Si como igual y gasto más adelgazo (o dejo de seguir engordando). Actuando sobre cualquiera de los 2 elementos de la fórmula podemos influir sobre nuestro peso. Es muy cierto que dos personas de similares características físicas, pueden tener un metabolismo basal muy distinto, y por tanto, que alimentos similares (en calidad y cantidad) produzcan un efecto totalmente distinto en cuanto al peso se refiere. Es por eso que cada uno tiene que encontrar su equilibrio. El instinto (de seres salvajes) siempre nos impulsará a comer más para almacenar, pero es un impulso controlable y reeducable.
Para conocer el estado de nuestro peso, los médicos usamos el Índice de Masa Corporal (IMC en español y BMI en inglés). Se calcula dividiendo el peso en Kg entre el cuadrado de la altura en metros. Así una persona que mida 1.75 m y peso 80 kg tendrá un IMC de 26.1. Según el IMC clasificamos a las personas en:
-Peso por debajo de lo normal: IMC<18>50
La obesidad grado III y IV es la que se relaciona con mayor índice de complicaciones.
Para controlar nuestro peso podemos hacer dos cosas:
-Comer menos: La dieta deber ser sana y variada, es decir, comer de todo (de todo de lo que si debemos comer y prácticamente de nada de lo que no deberiamos). La dieta más sana es la que todos conocemos como mediterránea, que consiste en tomar muchas verduras, legumbres y fruta fresca, esto lo debemos acompañar de un poco de pescado (preferentemente azul) y carne (pollo o ternera magra). Varias matizaciones: sí, efectivamente, el cerdo no es nada recomendable (no hay que ser extremista normalmente en nada en esta vida); la fruta o las verduras, en cantidades abundantes, también engordan (nada de comerse un kilo de plátanos de una sentada); lista de alimentos "casi" proscritos (refrescos azucarados, precocinados, fritos, snacks, golosinas, etc. Los alimentos se deben cocinar al horno, a la plancha o hervidos. Teniendo en cuenta estos consejos, yo les suelo decir a los pacientes que quieren y deben perder peso, que coman la mitad de lo que hacen normalmente, o bien que se saquen la comida en un plato de postre. No es recomendable saltarse comidas (es más, el mismo nº de calorías tomadas de una sola tacada engordará más que repartidas en 5-6 tomas a lo largo del día) y hay que beber mucha agua (al menos 2 litros al día)
-Aumentar nuestra actividad física (el metabolismo basal es mejor no tocarlo, aunque hay muchas fórmulas secretas para adelgazar que se venden por ahí que no se han debido enterar). El ejercicio debe ser adecuado a nuestra edad y estado físico del que partimos. En principio, se recomienda cualquier ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar, etc) que nos permita mantener una conversación al mismo tiempo que lo realizamos (así matamos varios pajaros de un tiro: quemamos calorías, cultivamos la amistad, nos divertimos, desarrollamos nuestro cerebro, etc). Las personas que no están acostumbradas a hacer ejercicio deben comenzar muy suavemente e ir aumentando éste lentamente (es mejor aumentar el tiempo de ejercicio que la intensidad del mismo), en caso de notar algún síntoma durante el mismo, deben consultarlo con su médico.
Os animo a todos a que calculeis vuestro IMC y si está por encima de 25 os pongais manos a la obra.
Un último consejo, todas estas cosas hay que hacerlas con moderación. Los padres debemos estar muy pendientes de nuestros hijos (sobre todo los adolescentes) para tratar de identificar conductas anómalas en relación con la comida que podrían indicar un trastorno de índole psiquiátrico muy importante (Anorexia Nerviosa o Bulimia). Pero no solo los adolescentes están expuestos a estos problemas, los niños y los adultos tambien. En el momento en que adelgazar nos empieza a obsesionar, ha llegado sin duda la hora de consultar con nuestro médico de familia.
Hasta pronto.
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